lunes, 28 de junio de 2010

Un cambio femomenal


Fue un viaje largo, de trescientos trece días. Y fue un viaje silencioso, sin escalas ni paradas, un viaje que no fue ni por automóvil, ni por barco ni por avión. Fue el viaje que hizo Sergei Krikalev, cosmonauta ruso, en su cápsula espacial. Él nunca pensó que lo que ocurrió durante su vuelo pudiera haber ocurrido. Cuando bajó de su vehículo en la república soviética de Kazakstan, después de diez meses en el espacio, su país había sufrido un cambio total. La Unión Soviética ya no existía.

El comunismo ruso era cosa del pasado. Gorbachev no era más presidente, y en lugar de la bandera roja con la hoz y el martillo, flameaba la tricolor rusa antigua. Hasta su ciudad natal, Leningrado, había cambiado de nombre y ahora se llamaba, como antes, San Petersburgo.

Sergei se sintió mareado, no sólo como reacción natural de plantar pie otra vez en tierra sino, más que todo, por tantos cambios que nadie jamás pudiera haber previsto. El cosmonauta ruso anterior, Musa Manarov, estuvo más tiempo que él en el espacio, trescientos sesenta y seis días, pero durante su ausencia nada cambió. En cambio, durante la ausencia de Krikalev, en sólo diez meses, su mundo había dado un vuelco político total.

¿Cómo reaccionó Krikalev ante un cambio tan súbito y radical? Eso no lo sabemos, pues la agencia de noticias no lo explicó, pero no podemos menos que compararlo con cómo reaccionamos nosotros ante cambios inesperados en nuestra vida.

Todos tenemos situaciones en la vida que, sin la más mínima premonición, nos sorprenden: un diagnóstico médico que es presagio de calamidad; la noticia de un accidente automovilístico que trae consigo informe de muerte; el anuncio del marido, de que otro amor ha desplazado a la esposa; la noticia devastadora de que nuestro hijo ha contraído el SIDA. Tales circunstancias pueden pasarnos a todos. Nadie es tan santo como para que no le ocurran. ¿Cómo reacciona uno ante semejantes situaciones?

Cuando no hay fe, cuando no creemos en un ser superior, cuando no nos hemos relacionado en forma personal y continua con Dios, no nos queda más que una horrible desesperación que nos deja sin ánimo de seguir viviendo.

En cambio, cuando hemos vivido tomados de la mano del Señor, y cuando conocemos lo que es fe segura en la sabiduría y en la providencia divinas, no nos amedrentamos ante el anuncio imprevisto de alguna calamidad. Sí tendremos luchas, pero con Cristo de amigo, seremos más que vencedores.

los 3 pasos al estancamiento

LOS 7 PASOS AL ESTANCAMIENTO

Erwin M. Soukup ha compilado lo que él llama ” Los siete pasos al estancamiento”

1. Nunca antes lo habíamos hecho de esa manera.

2. No estamos listos para esto.

3. Estamos bien sin intentar eso.

4. Ya lo hemos intentado una vez.

5. No tenemos dinero para eso.

6. Ese no es nuestro trabajo.

7. Algo como eso no puede funcionar.

Soukup admite que “probablemente hay un octavo paso, pero nunca antes lo hemos buscado.”

Referencia: Martín E. Marty, “Context,” April 15, 1985, p. 5. RIBBI

El Estancamiento nunca comienza fuera de nosotros, siempre dentro de nosotros. No culpemos a los demás ni a las circunstancias por nuestro enfriamiento en la vida. En realidad todo comenzó adentro hace rato.

Antes bien, creced en la gracia y el conocimiento de nuestro Señor y Salvador Jesucristo. A él sea gloria ahora y hasta el día de la eternidad. Amén.
2 Pedro 3:18