viernes, 11 de junio de 2010

Que quieres ser?

Cuando pequeños, siempre nos preguntaban. ¿Qué vas hacer cuando seas grande?

y contestabamos , "bomberos, policias, maestr@s, doctores, entre otras profesiones.

Hoy, ya adultos, somos lo que la vida y las oportunidades aprovechadas, nos han permitido ser.
Pero, ¿Ya eso era todo?

Y nos preguntamos. Y ahora ¿Qué quiero ser?

Pero inmediatamente la experiencia nos hizo cambiarla por….
Y Ahora… ¿Qué Podemos Ser?

Podemos ser, una VOZ serena, entre el fragor de los apasionamientos.


Podemos ser una LUZ, para quienes andan en las sombras de la ignorancia.


Podemos ser una SONRISA, para quienes están tristes y menoscabados.

Podemos ser PALABRAS de aliento, para quienes quieren darse por vencidos.


En fin, podemos ser más HUMANOS, y más agradecidos con la vida, por todo lo que nos ha dado.


Podemos ser la MANO amiga, que levanta a alguien caído que necesita un verdadero amigo.


Podemos ser el AMOR desinteresado, para quien ha sido engañado y menospreciado.


Pero también podemos hacer muchas cosas por los demás, mientras alguien a quien le podamos ser útil se atraviese en nuestro camino……


y ahora ... tu ... quien quieres ser?

El Cordero me liberó de Egipto

“Mas Dios muestra su amor para con nosotros, en que siendo aún pecadores, Cristo murió por nosotros.” Romanos 5:8

El fin de semana pasado tuve la oportunidad de celebrar la cena del Señor en la célula de oración con algunos amigos y familiares; y fue glorioso. Tuve el honor de preparar el tema, y al hacerlo Dios me permitió ver su grandeza; pero sobre todo, su favor a los que hoy somos sus hijos. Y hoy te lo quiero compartir.

Al igual que los hijos de Israel, nosotros también estuvimos en Egipto siendo esclavos. Y al igual que los hijos de Israel, fuimos liberados con brazo fuerte.


Antes de conocer al Señor tratamos de encontrar la anhelada libertad con innumerables métodos: en otras personas, en otras religiones, con psicólogos, en ídolos, en pastillas, en libros, en grupos de autoayuda; más sin embargo, esto no nos pudo liberar. Sino solamente el brazo fuerte de nuestro Redentor.

Tal vez no teníamos grilletes, pero nuestras almas estaban atadas al temor. Tal vez no teníamos cadenas, pero nuestras almas estaban más que esclavizadas. No podíamos sentir, no podíamos reír, no podíamos decir “te quiero”, y mucho menos conocíamos el gozo. Tal vez no teníamos más de 400 años en esclavitud, pero despertarnos cada día era un tormento eterno.
Al igual que los hijos de Israel, nosotros éramos oprimidos por el enemigo día tras día. Y cada vez que le creíamos a Dios que solo Él nos podría liberar, el enemigo aumentaba nuestra carga; dándonos más noches sin dormir e infundiendo más temor a nuestros corazones. Llegando al grado de no creer más en la salvación.

Pero al igual que con los hijos de Israel, Dios se aferró a nosotros para darnos libertad por medio del cordero. Solamente la sangre redentora y libertadora de nuestro Señor, nos permitió ser libres de aquello que nos tenía muertos en vida.
Solamente hasta que los hijos de Israel comieron al cordero y celebraron la Pascua de Jehová, fue que ellos fueron libres. Cuando ellos cubrieron sus hogares con la sangre del cordero, la muerte no les pudo tocar.

“Y tomarán de la sangre, y la pondrán en los dos postes y en el dintel de las casas en que lo han de comer. Y aquella noche comerán la carne asada al fuego, y panes sin levadura; con hierbas amargas lo comerán.” Éxodo 12:7-8 (Reina-Valera)

¿Y no fue eso, lo que hizo nuestro Salvador? Como cordero, fue sacrificado para darnos libertad. Y al igual que con los hijos de Israel, Él derramó su sangre en nuestras casas. Para que una vez que hemos sido salvos, la muerte no nos pueda tocar.
El Santo Cordero, el más grande Guerrero estuvo dispuesto a ser maldito para hacernos libres de nuestra iniquidad. Solamente Él estuvo dispuesto a derramar hasta su última gota de sangre, para detener la maldición de nuestros pecados. Por su sacrificio fuimos finalmente libres, y por eso hoy le damos gloria.
“Mas Dios muestra su amor para con nosotros, en que siendo aún pecadores, Cristo murió por nosotros.” Romanos 5:8 (Reina-Valera)

Querido hermano, mi invitación el día de hoy es a recordar de dónde Jesús te ha liberado, y qué le des gloria. Dale gloria porque ya no dependes de una botella, de una jeringa, de un cigarro, del sexo, de la pornografía, de pastillas. Dale gloria porque dónde antes había solamente muerte y vacío, hoy hay vida y amor. Dale gloria porque tuvo misericordia y se aferró a salvarte a pesar de que en muchas ocasiones dejaste de creer. Dale gloria porque esa herida de muerte que tenía tu alma, ya ha sido sanada.
“Hoy dale gloria, porque Él ha prometido que a Egipto, jamás tú volverás”