martes, 1 de junio de 2010

Recordar la prioridad de Dios


A veces, las personas dicen: “Hice a Jesús una parte de mi vida”. Pero esta afirmación revela que no entienden el asunto. La verdad es que Jesús no puede ser simplemente una parte de la vida; cuando somos salvos, Jesús se convierte en nuestra vida; todo gira en torno a Él, porque Él es el enfoque central.

Para el creyente, la esencia de la vida es andar en confiada obediencia a Cristo. Significa que expresaremos su vida perfecta simplemente por la fe; para hacer esto, dependemos del poder del Espíritu Santo y de la gracia de Dios para recibir perdón cuando fallemos. Sin duda, fallaremos porque vivimos en medio de dos reinos que están en conflicto constante. Por un lado, está la atracción del mundo, y, por el otro, la atracción de Dios. Es decir, Satanás nos lanza tentaciones, pero de nuestro Padre celestial viene el atractivo por la santidad, la paz y el gozo en Cristo.

Es por esto que Cristo enseñó: “Mas buscad primeramente el reino y su justicia, y todas estas cosas os serán añadidas”. La forma de hacerlo es leyendo la Palabra de Dios cada día, y dejar que Él use la Escritura para sacar de nuestra mente de todo lo que no encaje con la prioridad de Dios (Ro 12.2). Debemos también recordar con frecuencia sus mandamientos y su grandeza (Sal 105.4, 5; Nm 15.37-41).

La batalla es constante. Y se acrecienta no sólo en los ámbitos de la educación, la ciencia, la política y las finanzas, sino también dentro de cada corazón humano. Como no hay manera de salir ganando sin Cristo, es vital que mantengamos la prioridad de Dios como la nuestra, y que corrijamos siempre el curso para mantenernos en el camino correcto.

Habla a los hijos de Israel, y diles que se hagan franjas en los bordes de sus vestidos, por sus generaciones; y pongan en cada franja de los bordes un cordón de azul. Y os servirá de franja, para que cuando lo veáis os acordéis de todos los mandamientos de Jehová, para ponerlos por obra; y no miréis en pos de vuestro corazón y de vuestros ojos, en pos de los cuales os prostituyáis.
Para que os acordéis, y hagáis todos mis mandamientos, y seáis santos a vuestro Dios. Yo Jehová vuestro Dios, que os saqué de la tierra de Egipto, para ser vuestro Dios. Yo Jehová vuestro Dios.
Números 15:37-41 (Reina-Valera 1960)

Charles Stanley